viernes, 8 de febrero de 2008

Esto sí que es dar la vuelta a la tortilla...

LA DEUDA EXTERNA DE EUROPA CON LOS

PAÍSES DEL TERCER MUNDO


Exposición del Cacique Guaicaipuro Cuatemoc ante la reunión de

Jefes de Estado de la Comunidad Europea (08/02/2002).



Con lenguaje simple, que era trasmitido en traducción simultánea a más de

un centenar de Jefes de Estado y dignatarios de la Comunidad Europea, el

Cacique Guaicaípuro Cuatemoc logró inquietar a su audiencia cuando dijo:

Aquí pues yo, Guaicaipuro Cuatemoc he venido a encontrar a los que celebran

el encuentro.

Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América

hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que la encontraron hace

solo quinientos años.

Aquí pues, nos encontramos todos.

Sabemos lo que somos y es bastante.

Nunca tendremos otra cosa.

El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los

que me descubrieron.

El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé a venderme.

El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses aunque sea

vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento.

Yo los voy descubriendo.

También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar intereses.

Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América.

¿Saqueo? ¡No lo creyera yo!

Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su Séptimo Mandamiento.

¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano!

¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de las Casas, que

califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o ultrosos como

Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual

civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos!

¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser

considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de

América, destinados al desarrollo de Europa. Lo contrario sería presumir la

existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la

devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.

Yo, Guaicaipuro Cuatemoc, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis.

Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un

plan 'MARSHALLTESUMA', para garantizar la reconstrucción de la bárbara

Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes,

creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros

superiores de la civilización. Por eso, al celebrar el Quinto Centenario

del Empréstito, podremos preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos europeos un

uso racional, responsable o por lo menos productivo de los fondos tan

generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional?

Deploramos decir que no.

En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas

invencibles, en terceros reichs y otras formas de exterminio mutuo, sin

otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como

en Panamá, pero sin canal.

En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años,

tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de

las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les

exporta y provee todo el Tercer Mundo.

Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la

cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a

reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses que,

tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar. Al decir

esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a nuestros hermanos

europeos las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30 por ciento de

interés, que los hermanos europeos le cobran a los pueblos del Tercer

Mundo. Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos

adelantados, más el módico interés fijo del 10 por ciento, acumulado sólo

durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia. Sobre esta base, y

aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los

descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185

mil kilos de oro y 16 millones de plata, ambas cifras elevadas a la

potencia de 300. Es decir, un número para cuya expresión total, serían

necesarias más de 300 cifras y que supera ampliamente el peso total del

planeta Tierra. Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto

pesarían, calculadas en sangre?

Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas

suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su

absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los

supuestos del capitalismo.

Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los

indoamericanos. Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención que

discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente y que los obligue a

cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de

Europa, que les permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda

histórica ...'

Cuando el Cacique Guaicaipuro Cuatemoc dio su conferencia ante la reuniónde JEFES DE ESTADO DE LA COMUNIDAD EUROPEA, no sabía que estaba exponiendo una tesis de Derecho Internacional para determinar LA VERDADERA DEUDA EXTERNA, ahora solo resta que algún gobierno latinoamericano tenga el valor suficiente para hacer el reclamo ante los Tribunales Internacionales.




Crónica de Garcilaso de la Vega

(que es sólo una muestra más de todo lo que se robó en Hispanoamérica)


Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616) De la riqueza de oro y plata que en Perú se saca es buen testigo España, pues de más de 25 años (sin los de atrás) le traen cada año 12, 13 millones de plata y oro, sin otras cosas que no entran en esta cuenta. (Cada millón monta diez veces cien mil ducados).

El oro se coge en todo el Perú. En unas provincias es en más abundancia que en otras, pero generalmente lo hay en todo el reino. Hállase en la superficie de la tierra y en los arroyos y ríos donde lo llevan las avenidas de las lluvias. De allí lo sacan lavando la tierra o la arena —como lavan acá los plateros la escobilla de sus tiendas—, que son las barreduras de ellas.

Llaman los españoles lo que así sacan "oro en polvo", porque sale como limalla. Algunos granos se hallan gruesos de dos, tres pesos y más. Yo vi granos de a más de veinte pesos. Llámanles "pepitas": algunas son llanas como pepitas de melón o calabaza, otras redondas, otras largas como huevos. Capítulo XXIV.

Todo el oro del Perú es de 18 a 20 quilates de ley, poco más, poco menos. Sólo el que se saca en las minas de Callauaya (o Callahuaya) es finísimo, de a 24 quilates. Y aun pretende pasar de ellos, según me lo han dicho algunos plateros en España.

El año de 1556 se halló en un resquicio de una mina de las Callahuaya una piedra de las que se crían con el metal, del tamaño de la cabeza de un hombre. El color propiamente era color de bofes y aún la hechura lo parecía, porque toda ella estaba agujereada de unos agujeros chicos y grandes que la pasaban de un cabo a otro. Por todos ellos asomaban puntas de oro, como si le hubieran echado oro derretido por encima: unas puntas salían fuera de la piedra, otras emparejeban con ella, otras quedaban más adentro. Decían los que entendían de minas, que si no la sacaran de donde estaba que por tiempo viniera a convertirse toda la piedra en oro.

En el Cuzco la miraban los españoles como cosa maravillosa, los indios la llamaban huaca (que, como en otra parte dijimos, entre muchas otras significaciones que este nombre tiene una es decir "admirable cosa" digna de admiración por ser linda, como también significa "cosa abominable" por ser fea), yo la miraba con los unos y con los otros.

Este texto es el capítulo XXIV de los "Comentarios reales, que tratan del origen de los incas, reyes que fueron del Perú, de su idolatría, leyes y gobierno en paz y en guerra; de sus vidas y conquistas y de todo lo que fue aquel Imperio y su República antes que los españoles pasaran a él" publicado en 1609. El Fondo de Cultura Económica lo publicó en 1991, en una accesible edición en dos tomos. Algunos capítulos sobre la riqueza del Perú pueden leerse aquí.

El dueño de la piedra, que era hombre rico, determinó venirse a España y traerla como estaba para presentarla al rey Don Felipe II, que la joya por su extrañeza era mucho de estimar. De los que vinieron de la armada en que él vino supe en España que la nao se había perdido, con otra mucha riqueza que traía.

La plata se saca con más trabajo que el oro y se beneficia y purifica con más costa. En muchas partes del Perú se han hallado y hallan minas de plata, pero ningunas como las de Potosí, las cuales se descubrieron y registraron año de 1545, 14 años después que los españoles entraron en aquella tierra.

El cerro donde están se dice Potosí porque aquel sitio se llamaba así. (No sé qué signifíque en el lenguaje particular de aquella provincia, que en la general del Perú no signifíca nada.) Está en un llano, es de forma de un pilón de azúcar. Tiene de circuito por lo más bajo una legua y de alto más de un cuarto de legua. Lo alto del cerro es redondo. Es hermoso a la vista, porque es solo. Hermoseolo la naturaleza para que fuese tan famoso en el mundo como hoy lo es. Algunas mañanas amanece cubierto de nieve, porque aquel sitio es frío.

Era entonces aquel sitio del repartimiento de Gonzalo Pizarro, que después fue de Pedro de Hinojosa. (Cómo lo hubo diremos adelante, si es lícíto ahondar y declarar tanto los hechos secretos que pasan en las guerras sin caer en odio. Que muchas cosas dejan de decir los historiadores por este miedo.)

El padre Acosta (LibroIV) escríbe largo del oro y plata y azogue que en aquel imperio se ha hallado, sin lo que cada día va descubriendo el tiempo. Por esto dejaré yo de escribirlo. Diré brevemente algunas cosas notables de aquellos tiempos y cómo beneficiaban y fundían los indios el metal antes que los españoles hallaran el azogue. En lo demás remito a aquella historia al que lo quisiere ver más largo, donde hallará cosas muy curiosas, particularmente del azogue.

Es de saber que las minas del cerro del Potosí las descubrieron ciertos indios criados de españoles (que en su lenguaje llaman yanacuna, que en toda su significación quiere decir "hombre que tiene obligación de hacer el oficio de criado"), los cuales debajo de secreto en amistad y buena compañia gozaron algunos días de la primera veta que hallaron. Más como era tanta la riqueza —y ella sea mala de encubrir— no pudieron o no quisieron encubrirla de sus amos y así las descubrieron a ellos y registraron la veta primera, por la cual se descubrieron las demás.

Entre los españoles que se hallaron en aquel buen lance estuvo uno que se llamó Gonzalo Bernal (mayordomo que fue después de Pedro de Hinojosa), el cual, poco después del registro, hablando un día de Diego Centeno (famoso caballero) y de otra mucha gente noble dijo:

"Las minas prometen tanta riqueza que, a pocos años que se labren, valdrá más el hierro que la plata".

Este pronostico vi yo cumplido los años de 1554 y 55. Que en la guerra de Francisco Hernández Girón valió una herradura de caballo cinco pesos (que son seis ducados) y una de mula cuatro pesos, dos clavos de herrar un tomín (que son 56 maravedís). Vi comprar un par de borceguíes en 36 ducados, una mano de papel en 4 ducados, la vara de grana fina de Valencia a 60 ducados. Y a este respecto los paños finos de Segovia y las sedas y lienzos y las demás mercaderías de España.

Causó esta carestía aquella guerra porque, en dos años que duró, no pasaron armadas al Perú que llevan las cosas de España. También la causó la mucha plata que daban las minas, que tres y cuatro años antes de los que hemos nombrado llegó a valer un cesto de la hierba que llaman cuca 36 ducados y una fanega de trigo 24 y 25 ducados. Lo mismo valió el maíz. Y al respecto el vestir y calzar y el vino: que las primeras botijas, hasta que hubo abundancia, se vendían a 200 y a más ducados.

¡Y con ser la tierra tan rica y abundante de oro y plata y piedras preciosas, como todo el mundo sabe, los naturales de ellas son la gente más pobre y mísera que hay en el universo!

Este texto es el capítulo XXIV de los "Comentarios reales, que tratan del origen de los incas, reyes que fueron del Perú, de su idolatría, leyes y gobierno en paz y en guerra; de sus vidas y conquistas y de todo lo que fue aquel Imperio y su República antes que los españoles pasaran a él" publicado en 1609. El Fondo de Cultura Económica lo publicó en 1991, en una accesible edición en dos tomos. Algunos capítulos sobre la riqueza del Perú pueden leerse aquí.

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